La Bicicleta

Recientemente Shakira y Carlos Vives, se unieron para cantar su nuevo éxito "La Bicicleta," que en ésta, mi época de ciclista, de una se ha convertido en mi favorita.

Dicen las malas lenguas que los dos artistas buscaban que Nairo Quintana accediera a hacer parte del video de esta canción, que grabaron en Santa Marta y Barranquilla. 

Se dice que el ciclista boyacense declinó la invitación por estar ocupado pedaleando por las montañas de Boyacá preparándose para el Tour de Francia. No sé qué tan cierto era el plan de invitar a Nairo a participar en el video, o los intríngulis de su negativa, o si en realidad todo esto sucedió. Cada uno de estos ídolos de Colombia son también ídolos para mí, y quien me conozca diría que yo hubiera saltado de la dicha de haberlos visto a los tres juntos en el video. Pero la verdad es otra.

Me alegra sobremanera que el video de Shaki y Carlos haya sido, no sobre los ciclistas élite que con frecuencia engrandecen a nuestro país en el exterior (aunque éstos también provienen de contextos populares de nuestro país,) sino sobre los millones de colombianos para los cuales la bicicleta es parte esencial de su ser. 

Para dar sólo un ejemplo, en Correcaminos, mi club de ciclomontañismo, comparto momentos realmente felices, no con gente al estilo de los gomelos estrato seis que practican en el nuevo "Bike Park" del Castillo Marroquín al norte de Bogotá (lo cuál debo decir, probablemente sería sumamente estresante,) sino con algunos funcionarios de la Alcaldía, la estilista del barrio, la auxiliar de cartera del banco, el vendedor de baterías de carro, la panadera, el señor que alquila maquinaria pesada y  el jubilado de la electrificadora. 

Con ellos no sólo he aprendido en cuatro meses destrezas que en Chia cobran miles de pesos por enseñar, sino que he desarrollado una profunda amistad con los paisajes formidables de las veredas de Paipa, y hasta he tenido la oportunidad de aventurarme en travesías largas en Boyacá y Santander. 

El año pasado, cuando no montaba y viajaba al exterior cuatro veces al año, me paseaba por las calles de Paipa como un fantasma. Hoy no hay incursión a la zona urbana de la ciudad donde no me encuentre con por lo menos una persona que me salude con una enorme sonrisa, y me invite a compartir un tinto. La bicicleta ha hecho esto por mi. La bicicleta hace eso por todos los que la montan, y por eso es tan importante.

En una de las reuniones más recientes del club, tuve una bella converzación con Don Miguel (nombre ficticio para no avergonzarlo en público,) uno de sus fundadores, quien ha disminuido sus salidas con el grupo desde que tuvo una afección en el corazón que lo llevó a portar un marca-pasos. El ritmo de pedaleo de los Correcaminos probablemente enloquecería el dispositivo de maneras poco recomendables para Don Miguel, pero él sale de todos modos a montar por su lado y a su ritmo, (que a propósito es un ritmo que envidiarían muchos Bogotanos que se precian de subir a Patios todos los fines de semana.) Don Miguel me contó que el médico le había recomendado moderar el ejercicio, pero que él no podía desprenderse de su bicicleta, porque "sin mi bicicleta yo me muero de tristeza."

Y entonces, qué bien que Vives y Shakira no heroizaron a Nairo poniendolo en su video, que a propósito dudo mucho que el ciclista no haya tenido tiempo de grabar por estar pendiente de su Tour de Francia, porque siendo amiga de Nairo en el Facebook, diariamente recibo videos del ciclista exaltando la música de su tierra, los campesinos de su tierra, las mujeres de su tierra, las montañas de su tierra, la comida de su tierra, de manera que tiempo para salir en grabaciones sí tiene; lo que pasa es que Nairo, en su figura menuda y sencilla de veintiseis años, tiene la sabiduría de una alma vieja. Es esta madurez la que lo puede llevar a ganar el Tour de Francia.

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