De labios para afuera

Nunca pensé que mostrar las fotos de mi matrimonio fuera un acto de resistencia. Como dice una amiga, las personas tienen diferentes maneras de resistir los sistemas de opresión: Unas personas escogen resistir de manera leve (solo con su pareja), otras escogen resistir un poco más (con sus amigos y amigas más cercanas), otras se atreven a resistir saliendo una vez al año a marchar en la calle (Pride Parade), y otras escogen resistir viviendo su vida abieramente, sin importar lo que digan, lo que hagan, o lo que piensen los demás. Como a mí con frecuencia se me olvida que para otras personas mi vida no es normal , me sorprende que la gente reaccione a las fotos de mi matrimonio como si les estuviera mostrando las fotos de mi más reciente viaje a la Luna. Me miran como si hubiera acabado de bajar del Everest, me abrazan como si hubiera ganado la Maratón de San Silvestre, me hablan como si yo fuera la re-encarnación de la Madre Teresa, o la mismísima Guadalupe enviándole sus mensajes

¿Es posible realizar un matrimonio a la Manera de los Cuaqueros, en un país en el que el 99% de las personas lo único que saben sobre Cuáqueros es la Avena Quaker (que en realidad no tiene nada que ver con la Sociedad Religiosa de Los Amigos,) en donde la gente está socializada para tener a un Ministro de la Iglesia oficiando la ceremonia (si, lease Ministro, no Ministra), en donde pocas personas tienen la habilidad de sentarse durante una hora en silencio, y en donde la expectativa es que haya padrinos, pajecitos, ramos de flores, ligas, padres entregando a la novia, banquete, organista, rumba y todas esas cosas? ¿Es posible realizar dicho matrimonio, entre dos personas que socialmente se piensa que no pueden casarse? ¿Y es posible realizar dicho acto en el mismo lugar donde se casan muy elegantemente todas las princesas de la farándula nacional, ministros, delfines presidenciales, miembros del Ornato de Bogotá, y toda la crema y nata del estrato seis de la ciudad? ¿Es posible