De labios para afuera

Hace dos semanas ando viajando "En el Ministerio," como dirían los Cuáqueros. Eso es cuando uno viaja de sitio en sitio intencionalmente haciendo el trabajo de Dios apoyado por su comunidad de Fe. Me he encontrado con mucha gente buena. Gente que me llena de energías y oraciones mientras estoy en el trabajo de sentarme en reuniones, de uno y otro tipo, divulgando las buenas nuevas. La semana pasada estuve en un evento llamado Sal y Luz , en el que me encontré con los tíos de un amigo, un cuáquero ecuatoriano, dos exalumnas del colegio donde antes enseñaba, Amigos de mis padres, y un gato gordo que sufre de diabetes. Esta semana estuve con los Menonitas, en una casa que solía ser de los Cuáqueros en los tiempos del Underground Railroad y que luego se convirtió en la primera iglesia Menonita de los Estados Unidos. Hoy en día es la primera iglesia Menonita expulsada de su denominación, por celebrar y afirmar las relaciones afectivas entre personas del mismo sexo.  Anoche hub

Silvia y yo no la pasamos todo el día de ayer evitando que nos dieran una flor para celebrar el Día Internacional de la Mujer. En la mañana no salimos. En la tarde nos montamos en una buseta y en medio del trancón nos pusimos a contar mujeres con flor en mano. En 20 cuadras contamos 37, sin incluír los puestos de floristas, que cual Mi Bella Dama apovechaban para cuadrarse el sueldo. Fuimos al evento ese de la condecoración, pensando que ahora sí de recibir las flores no nos salvaba nadie. Pero cuando esperábamos que saliera el alcalde de Teusaquillo con un baldado de rosas, lo que salieron fueron unos gaiteros azotando sus bombos, soplando flautas de millo y madreando a los presentes: "¡¡¡La madre pal que no aplauda!!!" "¡¡¡La madre pal que no baile!!!" "¡¡¡La madre pal que no se pare!!! Y así sucesivamente. Me dieron por fin el diploma de "Gestora de Honor para la Paz," no sin antes ponerme a escuchar sendos discursos de dos líderesas indí

Un señor muy importante de la Iglesia Presbiteriana me llamó hace unos días a decirme que quería condecorarme en un acto solemne por mi labor de paz en Colombia. - "Y sumercé cómo sabe siquiera que yo existo?" le pregunté. -"¡Ah! Es que de varios lados me han llegado noticias de tus logros." Aún no se a qué actos pacifistas se refiere exactamente. ¿Será que se refiere a mi labor como madre adoptante de felinos mutilados? ¿O a mi labor como amante de mujeres? ¿O cómo escritora de textos censurables que nunca se publican? El presbiteriano me dijo que si iba me daría un diploma. Allí estaré, pero sólo para ver si sabe cómo escribir mi nombre. 

Ayer fui a visitar a mi odontólogo y como ocurre con desagradable frecuencia, el doctor me armó converzación justo cuando introducía sus implementos profesionales en mi boca. -¿Cómo anda tu trabajo? Escupe. - Muy bien gracias. -¿Sigues en la Javeriana?  No puedo responder. El dentista me revisa la boca con sus ganchos y espejos. Y menos mal, porque tampoco se que responderle. No sigo en la Javeriana. Es más, en este momento no tengo trabajo y en un mes estaré trabajando en una cosa que él ni se imagina. Si digo Equipos Cristianos de Acción por la Paz , va a pensar que voy en misiones evangélicas a convertir herejes. Estiro la mirada y me encuentro con un Jesús crucificado de tamaño fenomenal en la pared de enfrente. No se si hablarle al doctor de mi nuevo trabajo. No se si converzarle sobre acompañamiento no violento a comunidades vulneradas por la violencia. No se si hablarle sobre Iraq, o Palestina, o los aborígenes del Canadá, o los inmigrantes ilegales de la frontera Sur es