De labios para afuera

A solo cuatro días de regresar a mi casa, después de mes y medio de estar divagando por fuera, me siento segura de estar lo más cerca que alguna vez haya estado a la felicidad.  Tengo grandes amistades. Es más, me la he pasado un mes entero visitándolas y consultandolas, diserniendo con ellas si en verdad mis llamados son llamados de Dios.    Tengo un trabajo que me da vida, en una organización justa y honesta, en la cual espero cambiar y ser cambiante. Tengo una casa nueva esperandome para habitarla. Con ella también tengo una serie de cargas listas para quitarme, y otras cuantas listas para llevar a cuestas. Las nuevas, son así como Dios manda. Ligeras. Bien ligeras. Estoy cerca, pero no tan cerca, de aquellos para quienes soy bien importante.  Por fin tengo el mapa trazado para llevar una vida felíz. Y por fin he tenido un encuentro íntimo, tierno y sencillo con el Amor. Dios me rodea por todos mis puntos cardinales. Me limpia y me prepara para recibirle.

Me gusta la inmensidad del mar de Chicago, así no sea mar, pero parece. Se que es inmenso porque me la he pasado toda la semana tratando de tomarle fotos sin mucho éxito. Podría ser la Represa Tominé, y la foto se vería lo mismo. Es mi parte favorita de Chicago, aunque ayer encontré otra más favorita. Se trata de una congregación de la Iglesia Unida de Cristo que hace prácticamente todo lo que Jesus nos enseño, y tiene una declaración de misión que yo quisiera ver en una iglesia o junta mensual Cuáquera. Quiero copiar aquí mi traducción de un fragmento de la declaración de misión de esta extraordinaria iglesia, la cual encuentro tan radical e inmensa como el Lago Michigan: " La Iglesia Unida de Cristo de la Calle Wellington es una iglesia cristiana con un enfoque de vivir nuestra fe en acción. Somos ecuménic@s en visión y bagaje, respetando otras tradiciones de fe y caminos hacia Dios. Como respuesta a la inclusividad radical de Dios, le damos la bienvenida a gente de todas