"Nos Llegó la Hora de Vivir Sin Guerra"

Ayer en la Habana, Cuba, el Gobierno Nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia firmaron un acuerdo de cese bilateral del fuego y dejación de armas, lo cual en pocas palabras quiere decir que comienza la recta final de la firma definitiva del acuerdo de Paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla más grande y antigua de Latinoamérica. 

Es un momento de mucha expectativa en la historia de nuestro país, en el que una gran parte de la población se muestra escéptica de los verdaderos alcances de este proceso, otra parte se siente esperanzada por los visos de un porvenir diferente al que ha tenido que vivir por generaciones, y otro espero muy mínimo grupo, siente que esos temas no le atañen, y que, como nunca han tenido que vivir los efectos de la guerra directamente, la paz seguramente no hará que sus vidas cambien en nada.

Para mi en particular, es un momento muy emocionante, no solo de la vida del país, sino de la mía misma. Yo nací dentro de una tradición religiosa en la que el Testimonio de la Paz ha sido siempre fundamental. La Sociedad Religiosa de los Amigos ha sido pionera y precursora de muchos procesos de paz en el mundo: desde el reconocimiento de las Primeras Naciones en tiempos del exterminio masivo de indígenas en Norteamérica, pasando por la campaña de John Woolman por abolir la esclavitud en los Estados Unidos cien años antes de que a Abraham Lincoln se le ocurriera, siguiendo con la lucha por los derechos igualitarios de las mujeres, la masiva fundación de colegios en Europa que sirvieron de fachada para liberar a miles de judíos de las garras implacables de la Alemania Nazi, el documento defendiendo los derechos de la comunidad Lesbiana, Gay, Bisexual, y Transgenerista - primero en la historia emitido por una comunidad religiosa-, y tantos otros procesos de los que no tengo memoria. 

Pasar de leer estas historias a hacer parte de una de ellas, es de algún modo una bendición de Dios, y una advertencia a estar atenta al llamado. El de Colombia es un proceso de paz en el que por primera vez en la historia de intentos fallidos por acabar con la guerra, se habla de justicia restaurativa, de un compromiso por la verdad, reparación, y no repetición de las atrocidades cometidas durante más de cincuenta años de violencia. Y esto es muy importante, sobretodo en un país en el que no cabe un solo preso más en las cárceles, y en donde los centros de reclusión, más que lugares de rehabilitación, son una especie de universidades de capacitación y actualización profesional del crimen.

A mi no me interesa que Timoleón Jiménez pague un solo día de cárcel, especialmente porque históricamente ya está comprobado que acá en Colombia, estar en la cárcel no es impedimento para el ejercicio de actividades ilegales y la maquinación de delitos atroces. Tampoco me interesa que las fuerzas militares se ganen la Copa América Bicentenario, y le den la vuelta al estadio llenos de triunfalismo arrastrando el cadáver del malhechor caído. 

A mi lo que me interesa que el Señor Jiménez esté libre y a la vista, donde lo podamos ver ejercer - en lugar de defender-  sus ideales, donde le podamos hacer auditoria, donde en vez de construirle un palacio, al estilo de La Catedral de Envigado, donde pueda temperar a sus anchas, lo veamos metido de pies a cabeza en el proceso de restaurar todo el daño que le ha hecho a nuestra Patria. 

Lo que me interesa es ver que nuestras fuerzas públicas se transformen en cuerpos que generen confianza, en vez de miedo, y que los miles de millones de pesos destinados a la guerra en detrimento de la educación y la salud, regresen a los rubros de los que nunca debieron haber salido. 

Dicho en otras palabras, lo que me interesa es que los actores armados legales e ilegales, en vez de pagar multa por no recoger la caca de sus perros, reciban una bolsita para que ayuden a recoger la caca de todos los perros que han defecado en su nombre durante décadas enteras de nuestra historia.

Ese es el espíritu de paz en el que me he formado: no el de las sonrisas diplomáticas que pretenden esconder que existen los conflictos, sino el de la valentía de asumir las tensiones y diferencias con una honestidad que comienza por reconocer y asumir responsabilidad por nuestros propios errores y por el daño que hemos causado. 

No tengo pretensiones de involucrarme en el proceso del pos-conflicto en Colombia a nivel del Gobierno, pero si me emociona la expectativa de saber de qué manera la experiencia con el trabajo de paz que tengo en mis alforjas tiene lugar en las manifestaciones del pos-conflicto en mi entorno. 

Como dijo ayer el Presidente, "Nos llegó la hora de vivir sin guerra," así que !Manos a la obra!





Comentarios

  1. Si por fin nos llegó el día, el tan anhelado día,el día de todos los Colombianos.LA PAZ😘

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