Lost in Translation

La semana pasada comencé un curso en línea de Traducción Literaria, con la esperanza de sincretizar mi formación literaria y teológica, mi bagaje en paz y justicia y mi habilidad con los idiomas. Animada por un susurro de mi pequeña voz interior, he comenzado a afinar mis dones para explorar un ministerio en esta área.

Mi primer proyecto asignado fueron un par de poemas, uno de Lord Byron y otro de John Donne, de aquellos que usan la forma arcaica Thee/Thou y un vocabulario que ni los mismos angloparlantes han usado en su vida.

En mi primer intento de traducción me sentí como Google Translate: copiando y pegando palabras sin sentido, destruyendo sin piedad el arte de ambos poetas. Entendí que los poemas se referían a espectros, pero por qué o para qué no tenía ni idea.

En mi segunda lectura aprendí que mis diccionarios de papel, el de inglés- español- inglés, el de Merriam Webster de la lengua Inglesa, y el de sinónimos y antónimos, que llevaban años chupando polvo en mi gaveta de libros, eran más efectivos que el dictionary.com, y que valía la pena echar saliva pasando páginas a la antigua, antes que confiar en la inmediatez de los medios electrónicos.

 En una tercera leída, cuando ya pensaba que tal vez mi susurro divino estaba mal, y que realmente no poseo las dotes de embellecer textos literarios en otro idioma, surgieron como un regalo los sentidos necesarios para entender. 

Lo que descubrí me sorprendió por ser más cercano a mí de lo que yo imaginaba. El poema de Byron hace referencia al pasaje Bíblico de I Samuel 28, en el que el rey Saúl pide a una pitonisa que invoque el fantasma del profeta Samuel. Éste último a regañadientes se eleva de su tumba para revelar que pronto morirán el rey y su descendencia.

El poema de Donne, un poco más metafísico, dice, en pocas palabras,"si muero por tu culpa te jalo las patas por la noche." Y si no fuera porque la traducción literaria es un arte en sí mismo, bien me hubiera bastado con entregar esta frase como versión final de mi tarea.

Con el proceso de traducción me esperan aventuras formidables, que de una u otra forma me hacen pensar en Petra, la menor de mis perras: 

Ella se regocija organizando los múltiples palitos que encuentra en el jardín, como si la naturaleza no los hubiera terminado de crear y fuera necesaria su intervención para completarlos.




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