In Absentia

Llevo casi dos meses sin ver a mi esposa. Parte de ese tiempo se lo debo a mi deber de activista, capacitando nuevos soldados de la paz en tierras extranjeras. La ultima semana se la debo al campesinado colombiano, que coincidió en acordar el inicio de su paro con mi llegada al país, dejándome sin poder aún llegar a mi casa en Paipa.

Mi esposa y yo nos mudamos a Paipa hace dos meses, encantadas con la belleza de sus paisajes, la calidez de sus piscinas termales, la tranquilidad de sus calles y la amabilidad de su gente.

Siempre se ha sabido que Paipa es un paraíso. Por donde uno mire se encuentran verdes intensos, una laguna feliz que, hecha originalmente a la medida de nuestro dictador militar, hoy ofrece un espacio de recreación a locales y visitantes.

Caminantes avezados encuentran en Paipa un sinnúmero de senderos. Seguidores de la historia recrean la hazaña del libertador en el Pantano de Vargas. Amantes del quesillo relleno lo ven calar en un dos por tres frente a sus ojos. A dos cuadras de mi casa todas las madrugadas arrancan a entrenar escuadras de futuros Patrocinios, Fabios y Nairos.

Hoy, a ocho días del inicio del Paro Nacional Agrario, Paipa se encuentra sitiada. Escuadrones del ESMAD recorren sus calles para acosar a cualquiera que se atreva a cruzar la puerta. Multitud de campesinos desesperados y furiosos bloquean las carreteras exigiendo al gobierno que no les haga trampa. El presidente confiesa por televisión que sufre de una irreparable miopía social.

Hoy me conseguí un avión que me pondría en Paipa a las 2:30 de la tarde por la suma de trescientos mil pesos. Llamé a mi esposa esta mañana contándole que al fin estaría en casa y me contestó con un rotundo tengamos paciencia, si vienes ahora el mercado no nos alcanza.

Quiero pensar que llegar a Paipa en avión en las presentes circunstancias sería como dice el Obispo de Tunja: Traición a la Patria. Con todo y eso, a la señorita de las avionetas le pareció extrañísimo que yo quisiera volar en contravía, cuando en Paipa la gente hace fila buscando un vuelo hacia la seguridad.

Cada día que pasa mi esposa reza para que yo pueda estar en casa. Yo rezo para que a ella se le alargue la hora cero de la escasez de abastos. Hace casi dos meses no nos vemos. Ambas apoyamos el paro In Absentia.



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