Mensaje profético

Hace dos semanas ando viajando "En el Ministerio," como dirían los Cuáqueros. Eso es cuando uno viaja de sitio en sitio intencionalmente haciendo el trabajo de Dios apoyado por su comunidad de Fe. Me he encontrado con mucha gente buena. Gente que me llena de energías y oraciones mientras estoy en el trabajo de sentarme en reuniones, de uno y otro tipo, divulgando las buenas nuevas. La semana pasada estuve en un evento llamado Sal y Luz, en el que me encontré con los tíos de un amigo, un cuáquero ecuatoriano, dos exalumnas del colegio donde antes enseñaba, Amigos de mis padres, y un gato gordo que sufre de diabetes.

Esta semana estuve con los Menonitas, en una casa que solía ser de los Cuáqueros en los tiempos del Underground Railroad y que luego se convirtió en la primera iglesia Menonita de los Estados Unidos. Hoy en día es la primera iglesia Menonita expulsada de su denominación, por celebrar y afirmar las relaciones afectivas entre personas del mismo sexo.

 Anoche hubo una presentación en esa iglesia sobre la labor de los Equipos Cristianos de Acción por la Paz, y a mí me correspondió abrir el escenario. No me aguanté las ganas de contarles la historia de cómo llegué a Las Pavas en Septiembre del 2009, a visitar a mis campesinos desplazados por las empresas palmeras.

Allí, después de cinco horas río arriba por el Magdalena y tres horas montada en una camioneta viajando por una trocha inmunda, me encontré con una bandera Gay, danzando oronda en lo alto de un palo en su refugio. Si sólo ellos supieran que así, silenciosamente, nos dicen que hay preocupaciones más grandes que quién ama a quién en esta tierra.

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