Hospitalidad Radical

Toda mi vida he gozado de la hospitalidad de la gente y con frecuencia me invitan a visitar otras casas. Pocas veces sin embargo ofrezco mi propio apartamento. Por un lado, vivo en un lugar pequeño y no me siento muy confiada cocinando. Por otro lado, me muero del pánico de invitar a una gente que luego salga criticando aquello que yo he intentado ofrecer con tanto esfuerzo.
Esta tarde recibí una llamada pidiéndome ayuda para hospedar a unas personas que no conozco. Cualquier otro día me hubiera paniqueado, como de costumbre, y hubiera inventado cualquier cosa para salir del paso. Pero esta mañana Dios había hecho de esa opción algo imposible.
Una página de internet que ofrece ejercicios de oración basados en pasajes bíblicos, me había botado el texto de Lucas 2, en donde José y María, después de un largo caminar a la interperie,  terminan durmiendo en un pesebre.  A medio día entró la llamada al celular, o mejor dicho, la versión contemporánea de una llamada a la puerta poniendo mi Fe a prueba.

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